Celia Cruz "Azúcar"
(La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003)
Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el
21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro
años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente
negativa de la estrella a confesar su edad.
Segunda hija de un fogonero de los
ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz
compartió su infancia con sus tres hermanos -Dolores, Gladys y Barbarito- y
once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más
pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo
reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña
cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de
zapatos.
Con otras canciones y nuevos forasteros
calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y a
las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la
hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición: su
padre quería que fuese maestra, y no sin pesar intentó satisfacerle y estudiar
magisterio, pero pudo más el corazón cuando estaba a punto de terminar la
carrera y la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música.
Mientras tanto, Celia Cruz cantaba y
bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para
aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que
obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que
por su interpretación del tango Nostalgias recibió en pago 15
dólares en Radio García Cerrá.
Más tarde cantó en las orquestas Gloria
Matancera y Sonora Caracas y formó parte del espectáculo Las mulatas de
fuego, que recorrió Venezuela y México. En 1950 ya había intervenido en
varias emisoras cuando pasó a integrar el elenco del cabaret Tropicana, donde
la descubrió el director de la Sonora Matancera, el guitarrista Rogelio
Martínez, y la contrató para reemplazar a Mirta Silva, la solista oficial de la
orquesta.
A lo largo de los años cincuenta Celia
Cruz y la Sonora Matancera brillaron en la Cuba de Pío Leyva, Tito Gómez y
Barbarito Díez; del irrepetible Benny Moré, del dúo Los Compadres, con Compay
Primo (Lorenzo Hierrezuelo) y Compay Segundo... La Cuba de Chico O’Farril y su Sun
sun babae, la de La conga de los Habana Cuban Boys, la de Miguel Matamoros
con su Mamá, yo quiero saber de dónde son los cantantes, la de
Miguelito Valdés con su Babalú... Celia aportó su Cao Cao
Maní Picao y se convirtió en un éxito, y otro posterior, Burundanga,
la llevó a Nueva York en abril de 1957 para recoger su primer disco de oro.
Celia Cruz se había ganado ya varios de
los apodos y títulos con que quisieron distinguirla. Fue la Reina Rumba, la
Guarachera de Oriente y, desde las primeras giras -por México, Argentina,
Venezuela, Colombia...-, la Guarachera de Cuba.
Era la Cuba corrupta y bullanguera de
Fulgencio Batista. Cuando el dictador se vio obligado a refugiarse en la
República Dominicana ante el triunfo de los castristas, el 1 de enero de 1959,
la orquesta tuvo que andar otros caminos. Según la cantante, desde entonces soportaba
mal que le dijeran qué y dónde tenía que cantar. El 15 de julio de 1960 la
banda en pleno consiguió el permiso para presentarse en México y, una vez allí,
en parte impulsada por el agravamiento de las relaciones entre Estados Unidos y
Cuba, decidió no regresar.
Después de un año de aplausos en la
capital azteca, Celia Cruz se mudaba a Estados Unidos y sellaba su primer
compromiso para actuar en el Palladium de Hollywood. Si bien declaró en
aquellos días «he abandonado todo lo que más quería porque intuí enseguida
que Fidel Castro quería implantar una dictadura comunista», su furibunda
militancia anticastrista nació después, a partir del 7 de abril de 1962, cuando
supo de la muerte de su madre y no pudo entrar en la isla para asistir al
entierro. Llegó a confesar incluso que estaba dispuesta a inmolarse haciendo
estallar una bomba si con ello hacía desaparecer «al Comandante».
Tres meses después, el 14 de julio de
1962, Celia Cruz se casó con el primer trompetista de la orquesta, Pedro
Knight, quien a partir de 1965, en que ambos dejaron la Sonora, se convirtió en
su representante. Celia Cruz inició su trayectoria como solista junto al
percusionista Tito Puente, con el que grabó ocho álbumes. Los jóvenes hispanos
de Nueva York la descubrieron en 1973 en el Carnegie Hall, cuando integraba el
elenco de la «salsópera»Hommy, de Larry Harlow.
Posteriormente, participó en un
legendario concierto grabado en vivo en el Yanquee Stadium con The Fania
All-Stars, un conjunto integrado por líderes de grupos latinos que grababan
para el sello Fania. Ya era famosa en 1974, cuando grabó el disco Celia
& Johnny con el flautista dominicano Johnny Pacheco, considerado
el primer clásico del género.
Desde entonces, el éxito fue una
constante en centenares de conciertos coreados por un público entregado al
grito de su Bemba colorá. Esa voz electrizante, su alegría
contagiosa y el llamativo vestuario fueron pronto una bandera de identidad de
los inmigrantes. Ella, a su vez, terminó por asumir el rol de estandarte del
anticastrismo.
Como tal, Celia Cruz quiso dejar su
impronta también en el cine, y participó como actriz -ya lo había hecho varias
veces como cantante- en Los reyes del mambo(1992) y Cuando
salí de Cuba (1995), porque ambas películas reflejaban historias de
los primeros exiliados cubanos, en parte cercanas a la suya. Aunque la suya fue
única, y así lo entendieron los miles de compatriotas que desfilaron ante sus
restos despues de que falleciese el 16 de julio de 2003, a los setenta y ocho
años de edad, en Miami y Nueva York, donde recibió sepultura.
También los cubanos de la isla, pese a
la prohibición oficial de su música después de más de cuarenta años, reconocían
su valor de guarachera universal, la más grande embajadora musical de Cuba.
Pocos días después de su fallecimiento fue homenajeada por sus compañeros de
profesión en la gala de entrega de los Grammy latinos.
«¡Azúcar!» era su potente grito
infeccioso, la contraseña de apertura y cierre de sus conciertos y la clave
para hacerse entender en todo el mundo. Difícilmente alguien ha bailado más -y
ha hecho bailar más- que esta cubana de sonrisa contagiosa y persistente que
conquistó adeptos de todas las latitudes a lo largo de más de cincuenta años de
exitosa trayectoria. Cantante de guarachas, danzones, sones y rumbas en sus
comienzos, Celia Cruz siempre estuvo abierta a nuevas experiencias que la
llevaron a abordar otros ritmos y a unirse a proyectos en principio arriesgados
para una artista consagrada.
Así se erigió en la imagen distintiva
de la salsa con orquestas como las de Tito Puente, Willie Colón, Ray Barretto o
Johnny Pacheco, y así llegó a cantar incluso rock o tango, y a unir su poderosa
voz a la de intérpretes tan dispares como el británico David Byrne, el rumbero
gitano Azuquita, el grupo argentino Los Fabulosos Cadillacs, los españoles
Jarabe de Palo y el rapero haitiano Wyclef Jean, además de improvisar duetos
con sus amigas Lola Flores y Gloria Estefan, y con Dionne Warwick o Patti
Labelle.
Enfundada en sus fastuosos y
extravagantes vestidos, tocada con pelucas imposibles y encaramada sobre esos
zapatos únicos de alto tacón inexistente, Celia Cruz conservó hasta casi el
último momento una vitalidad insólita. Feliz con su flamante Grammy al mejor
álbum de salsa por La negra tiene tumbao, en el verano de 2002
celebró su 40º aniversario de matrimonio con una fiesta que le organizó la
cantante Lolita Flores en Madrid.
En noviembre, durante un concierto en
el Hipódromo de las Américas de México, D. F., empezó a perder el control del
habla. Al regresar a Estados Unidos se sometió a la extirpación de un tumor
cerebral, pero al final no hubo remedio. Aun así, el 13 de marzo apareció por
última vez en público cuando la comunidad latina le tributó un homenaje en el
teatro Jackie Gleason de Miami, que ella rogó que no fuera como una despedida.
Se sentía optimista y con fuerzas. Por esos días, entre febrero y marzo, grabó
un último disco que no llegó a ver editado, Te entrego el alma.
Fuente:
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/cruz.htm
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